Colaboraciones en prensa

A lo largo de los años he tenido en muchas ocasiones que cambiar, a última hora, el tema de mi columna porque la irrupción de un nuevo atentado de ETA había vuelto, de pronto, irrelevante o improcedente el asunto o el tono elegidos. Esa necesidad de cambiar, por la violencia, el curso de la vida normal, el orden y el rumbo de los pensamientos, ha sido una de las representaciones de la tragedia en la que nos ha sumido el terrorismo. Hoy también he cambiado, a última hora, el asunto de mi columna. Pero por una vez lo veo como una buena noticia.

Sabemos que este fin que ahora anuncia ETA es sólo el principio del fin; que queda aún mucho tramo que recorrer hasta que puedan aliviarse, en la intimidad y en la convivencia social, los estragos personales que ha causado el terrorismo. Y hasta que se resuelvan los déficits de civismo, de tolerancia, de cultura de lo público y de lo común que han nacido y crecido al amparo de esa violencia; es decir, hasta que se alcance aquí lo que no llamaré una normalización -palabra, como tantas, demasiado cargada ya de contrasentidos- sino una evidencia democrática, una rotunda visibilidad de lo democrático en los dichos y los hechos del intercambio político y social considerado en su conjunto o sin zonas exentas. Y que falta también un trecho hasta que se cumpla el reconocimiento a las víctimas por el daño causado y de la autoría de ese daño, esto es, hasta que quienes han realizado o amparado los actos terroristas asuman su responsabilidad. De momento, sólo vemos cómo intentan, de modo explícito, conferenciado, eludir esa responsabilidad y/o repartirla.

Queda tarea, desde luego, pero estamos ya en el comienzo del después, en los primeros pasos del camino que se abre del otro lado de la raya. Un camino que creo que está hecho como en el cuento borgiano de "senderos que se bifurcan", un camino que son muchos caminos para avanzar. Cada ciudadano elegirá el suyo, se dejará guiar por su faro. Pero, de este lado, una de las primeras cosas que se va a levantar es la losa del miedo que ha impuesto, que ha contagiado el terrorismo. Se va a levantar la losa del miedo y va a aparecer la entrada de la gruta del "tesoro". Un tesoro hecho de testimonios callados por temor, prevención, aprensión. De infinidad de expresiones guardadas, inhibidas, atadas y que ahora van a desatarse y a conjuntarse para evitar que impongan su relato quienes llevan decenios intentando imponerlo todo. A unirse para decir en común, con la armonía de registros y la sonoridad de un orfeón, que lo sucedido aquí no es "el último conflicto armado de Europa", sino una historia de victimarios y de víctimas, la cruel historia de unos que empuñaban pistolas para asesinar a otros que sólo llevaban en sus manos, como López de Lacalle, por ejemplo, un pan y los periódicos. Estamos en los primeros pasos del camino del sin miedo, del camino para contar lo sucedido más alto y más claro que nunca.

Aparecido el Día de las Bibliotecas en El País.

HA sido un triunfo poder leer el mensaje encerrado en una botella de plástico. Una ola financiera me la arrebataba constantemente a lo ancho y a lo largo de la infeliz Europa y se colocaba sobre Grecia, la cuna de la cultura y de la democracia a la que, como se encontraba en bancarrota, sus vecinos amenazaban con echarla del club si no se ponía de rodillas y suplicaba limosna. Entre tanto movimiento de tiras y aflojas, la botella se ha movido por Italia, en una ola financiera más alta, pero con mayores muros de contención. ¡Si los emperadores romanos levantaran la cabeza!

He conseguido sujetarla con las dos manos, para que no tocase otros países y, sobre todo, para que ni una sola posible gota financiera pudiese llegar a mis bolsillos. No me preocupaba la salud de Europa, claro, solo mis reservas. ¿Me tocará sufrir las consecuencias? ¿Me bajarán el sueldo? ¿Será posible que no podamos reducir el desempleo? Y con esas preguntas la he atrapado, muy resuelto, para poder descifrar el mensaje que llevaba en su interior.

Hace unos años no había contenedores para reciclar el vidrio, pero devolvíamos a la tienda las botellas de leche, de gaseosa, de vino y de cerveza, que las devolvían a la fábrica y las esterilizaban. ¿Por qué lo digo en este momento? Es la única idea que me ha venido a la cabeza, pues en el intento de abrirla he visto cientos y miles de botellas de plástico tiradas en cientos de papeleras, eso sí, pero eran tantas que se las veía en el mapa de Europa, y por eso me intrigaba aquella que tenía un mensaje en su interior. Y sin saber por qué, me ha venido a la memoria que antes, en vez de tirar tanta botella de plástico, bebíamos agua del grifo que, por cierto, tiene mayores garantías higiénicas.

Pero no podía abrir la botella. Así que he buscado la caja de herramientas. Como soy un poco despistado he cogido un aparato electrónico, un GPS o algo así, que todo el mundo usa ya para orientarse, he enviado una señal a un satélite, y me he dirigido sin ningún problema al cuarto de los trastos, donde tengo docenas de aparatos estropeados que no he podido arreglar porque les faltaba una pequeña pieza. Estaba esperando una remesa de productos de este tipo para depositarlos junto a un lago en algún país africano. He cogido el alicate necesario y, como iba a tomar una decisión importante, me he asomado a la ventana a inspirar y espirar, que eso oxigena el alma. Y desde allí he contemplado a la vecina que tiene una pista mecánica en casa y corre muchos kilómetros sin desplazarse, enchufada a una red eléctrica. Por fin, he abierto la botella. Tenía, sí, un mensaje dentro. Decía: Europa será sostenible y solidaria o no será.

Como no podía ser menos, se me ha caído la botella de las manos. Ha sido una sorpresa encontrar el dichoso papelito con esas palabras. Porque si antes unos países dominaban a otros por medio de los ejércitos, ahora en Europa el dominio se da mediante olas financieras. Y hasta los países que fueron colonizados en todo el mundo se han dado cuenta. Y dan consejos para que no se nos llene la cara de vergüenza, y para que no se noten las consecuencias de las nuevas asechanzas.

Lo cierto es que he roto en pedazos el papel, no sea que alguien se entere. Y la botella de plástico ha quedado sobre una bolsa llena de ropa usada que tenía preparada para reciclar. Sí, claro, yo le llamo reciclar a depositar esa ropa en un contenedor de ropa. No podemos admitir usar la misma ropa de años anteriores, aunque esté en buen uso. Es verdad que hay zapatos, pantalones y vestidos que me pueden durar unos años más pero, claro, ya no están de moda, y aunque se desperdicien materias primas, horas de trabajo, almacenamiento y transporte… ya se encargará alguien de dar a los pobres lo que me sobra. Algunos de mis familiares y vecinos se intercambian ropa, y la usan varias personas. ¿Qué querrá decir eso de que Europa será sostenible y solidaria o no será? Malditos mensajes…

Aparecido el 21 de noviembre en Deia.

Aparecido en El Correo del 10 de abril:

«En contra de un uso bastante común la palabra “laicidad” no hace referencia a una “confesión” de arreligiosidad, las personas no somos “laicas”: somos agnósticos, budistas, ateos, cristianos…., son las instituciones las que son laicas. El profesor Gregorio Peces Barba define la cuestión con precisión: “La laicidad es una situación, con estatus político y jurídico, que garantiza la neutralidad en el tema religioso, el pluralismo, los derechos y las libertades, y la participación de todos”. O sea, la laicidad es un posición jurídico y política, no una confesión entre otras. La laicidad no es sino una estrategia de neutralidad religiosa de las instituciones políticas; la laicidad pretende un orden político que no se limite a ser una mera exaltación o celebración de la comunidad sobre la que se funda, pretende establecer un poder público al servicio de los ciudadanos considerados en su condición de tales, y no en función de su identidad nacionalitaria, étnica, de clase o religiosa.

La idea misma de laicidad, o lo que los ingleses llaman “civilty” ha surgido, no sin conflicto, en el seno de los países de sociología cristiana a partir de Hugo Grotio (1583-1645) que propuso independizar el Derecho Internacional de las cuestiones religiosas, lo que ha devenido por efecto de la secularización también en independencia del pensamiento político, filosófico y científico. La presencia  entre nosotros de importantes comunidades musulmanas que no han conocido en sus países de origen las fórmulas de la convivencia secularizada y la vigencia de los principios de laicidad, sino que muy al contrario han sido educadas en el valor comunitario de su religión están planteando algunos problemas que pensábamos que ya estaban superados que nos retrotraen a los tiempos del carlismo.

Los días 16 de diciembre de 2011 y 20 de enero de 2012, agentes no uniformados de Mossos d’Esquadra asistieron a la mezquita de Terrassa, con la finalidad de registrar los sermones que habitualmente imparte el imán del lugar para analizar su contenido, y, determinar el carácter eventualmente delictivo de algunos de sus mensajes apologéticos. Abdeslam Laaroussi, el imán, ante una asistencia  masculina en torno a las 1.500  varones, hablando en árabe, quizá pensando en que su mensaje no tendría trascendencia fuera de las paredes de la mezquita se explayó en una serie de consideraciones recomendando a los allí presentes que mantuvieran su autoridad como hombres antes sus mujeres recurriendo a la amonestación, la intimidación y si fuera necesario a los golpes…eso sí procurando no dejar marcas en el rostro, ni fracturar ningún hueso, y de ese modo conseguir que  sus mujeres se mantengan sumisas y no se atrevan a ser independientes económicamente ni a tener cuentas bancarias propias, y se dediquen a cuidar de su marido y  a educar a los hijos.

De acuerdo con la doctrina impartida por el Sr. Laaroussi en su interpretación de El Corán, el  varón ostenta una posición de absoluta superioridad y de control sobre la mujer, que colisiona  con el principio de igualdad (art. 14 CE) y la igualdad de derechos y obligaciones entre cónyuges; pero para el Sr. Laaroussi esas leyes protectoras de la autonomía personal de la mujer no deben ser tenidas en cuenta por los buenos musulmanes. Y así predicaba:

“Tratar bien a las mujeres y otorgarles sus derechos, sin duda la mujer ha nacido de una costilla torcida, y lo mas torcido de una costilla es la parte delantera” …/…Si hay casos de desobediencia y de actitudes malas, el hombre musulmán no debe precipitarse al divorcio, ni que se deje llevar en los momentos de tensión. Tiene que meditar, tiene que reflexionar y sobre todo tiene que aplicar lo que el Islam nos ha dictado. Hay métodos y soluciones para estos conflictos y citó la famosa soura del Corán que dice

“¡Amonestad a aquéllas de quienes temáis que se rebelen, dejarlas solas en el lecho, pegarlas! si os obedecen, no os metáis más con ellas, Alá es excelso, grande”

Efectivamente el hombre le tiene que enseñar a su esposa las obligaciones y los deberes que Dios nos ha dictado. …/… Y sí, hermanos, con este método no se soluciona el conflicto, pues tienes que acudir a los golpes, ¿cómo son estos golpes? los golpes no son lo que provocan las fracturas de los huesos, no son los que hacen correr la sangre, no son los golpes en la cara... no. El Islam te dice:

No afees, no golpees en la cara, no hagas correr la sangre, esto es el Islam, puede ser que en algunos momentos los golpes se limitan a dar golpes con el Siwak, a veces se limitan así.

“...En el Islam los golpes son una practica tolerable, pero los golpes tienen límites a los que se llega cuando las otras soluciones no son efectivas.

Estos métodos o vías que utiliza la persona para solucionar estos conflictos tienen que ser discretos, que nadie sepa de ellos fuera de la vida conyugal...”

“... Hoy en día una de las causas del divorcio es que la mujer sale a la calle a trabajar y se convierte en una mujer independiente, con su propia cuenta bancaria quedándose los niños sin educación.

Esta mujer que tiene su propia independencia, que tiene trabajo y dinero, mira al hombre con una mirada de desprecio. El hombre en este caso tiene que trabajar también en casa, como preparar la comida y lavar la ropa, y esto conlleva a una ruptura y conflicto entre el hombre y la mujer.

El hecho religioso en general y el Islam en particular, por su propia naturaleza, arraigado en unos textos sagrados y en la guarda de una tradición ha evolucionado –salvo en las sociedades protestantes secularizadas- mucho más lentamente que el pensamiento filosófico y político en relación con la situación personal y social de la mujer. Es preciso en este terreno mantener una beligerancia cívica y legislativa que garantice, como verdadera cuestión de orden público la libertad y la protección de  todos -pero especialmente de la mujer- frente a la intimidación, la presión o incluso la violencia que puede sufrir por parte de su propia Comunidad, siempre en el  marco del derecho constitucional de toda persona a la libertad de pensamiento y de conciencia.

Nos va mucho en ello. A todos.

Me quedo mirando a esa mujer, tocada ahora con un parche que le da un aire corsario, su pelo corto y rubio y una sonrisa no forzada en la cara.
Y se me cae la parte de la tostada mojada en el café. Será por la admiración. Mantiene la belleza que la fatalidad no ha podido doblegar. Más de cien puntadas en su cara, cráneo fracturado y una lucha sin cuartel para salvar la vida. Dice haber ganado la carrera más importante de su vida, ya que ha vuelto a nacer. Maria de Villota subiría de nuevo a un Fórmula 1, pero toma la pérdida de su ojo como un guiño, como algo que sucedió por alguna razón. Intuye que la vida le depara algo mejor En el reparto de cartas, la primera para María ha sido un cuatro, pero no se resigna a unos pobres pares o a unas improbables medias. Mucho menos aún lo reserva para chica. María sabe que vendrán un siete y dos figuras. Porque María nos recuerda a todos que el mayor coraje siempre tuvo nombre de mujer.

Pocas son las prendas que presentan tal versatilidad. Objetos indisociables para las damas de alta alcurnia que abandonaban distraídamente para que les fuera devuelto por el caballero escogido. Con millones tocaron sus cabezas los hippies en los 70. Los lucieron deportistas a modo de diadema y se anudan al cuello en las fiestas de muchos pueblos. Secaron el sudor, taponaron heridas o improvisaron torniquetes en miles de películas. Ondearon al viento en muchos andenes para llorar un adiós y junto al claxon salvaron muchas vidas al permitir franquear el paso a través de un tráfico espeso. Indicados para saludar a distancia, recoger pruebas de un crimen, transportar mariposas o guardar el perfume de la mujer deseada.  De todos los colores podremos verlos en en un espectáculo de magia. Formaban parte de la indumentaria de los cowboys para protegerse del polvo de la tierra árida.

Hoy día las damas de alta alcurnia usan iPhones. Los hippies están al borde de la extinción. Está prohibido circular con urgencia y en muchos casos, el papel de celulosa y la camiseta rotulada han sustituido al pañuelo tradicional. La magia está a otro nivel y los cowboys conducen camionetas que no levantan polvo del asfalto que cubrió el camino de tierra. El pañuelo se usa hoy para otros fines: borrar las huellas de un delito, ocultar el rostro de una mujer por imposición religiosa, ocultar el rostro avergonzado del corrupto a la salida de un juzgado o alabar la faena de un torero para pedir orejas o rabo. Injusta involución para una prenda tan solidaria.

Aparecido el 6 de noviembre en El Correo.