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Javier Gil Diez-Conde comparte con todos los lectores su obra de teatro "Rosa del jardín prohibido (comedia cruel)", una pieza desenfadada para acompañarnos en unos momentos como los actuales cargados de retos desde todos los puntos de vista.

"Rosa del jardín prohibido (comedia cruel)" ha sido publicada en varias ocasiones, la más conocida formando parte del volumen titulado "Cinco derrotas de comedia cruel" (Tabula Rasa Ediciones, San Sebastián, 2002). Asimismo, fue estrenada en formato de lectura dramatizada en el Teatro Arriaga el 31 de marzo de 1999 con motivo del Día Mundial del Teatro.  

Sinopsis:

En esta comedia asistimos a la relación y al posterior enfrentamiento entre dos disfraces de cada personalidad, entre dos máscaras, masculina y femenina respectivamente.

Julio, cuarentón bien pasado e insoportable, le confiesa a su amigo Evelino, homosexual y habilidoso travestista, que cree haber conocido en una noche de juerga a la mujer de su vida. Éste, conocedor de sus fantasías, decide hacerse pasar por tal “mujer de sus sueños”.

Un conflicto que llega a plantearse, en un momento de la obra, casi al modo trágico (parodia de Hamlet incluida), pero que se resolverá según lo que yo califico de “Comedia Cruel”, definida por los propios personajes en la Escena Octava

Javier Gil Diez-Conde

"Rosa del jardín prohibido (comedia cruel)" se puede descargar a través del siguiente enlace.

Para más información sobre Javier Gil Diez-Conde se puede consultar su web.

 

El último informe Global Trends Publishing 2014', publicado por el Frankfurt Book Fair Business Club presenta la situación del mercado internacional del libro y la profunda transformación que está experimentando el sector editorial, debido a la irrupción del libro digital, a la entrada en el mercado de nuevos protagonistas como Amazon, Apple y Google, y a la globalización de una industria que tradicionalmente ha sido conservadora y cerrada a los límites de sus fronteras.

Seis países poseen el 61% del mercado mundial. El primero es Estados Unidos (26%), seguido de China (12%), Alemania (8%), Japón (7%), Francia (4%) y Reino Unido (3%). Pero algo está cambiando, ya que la demanda sigue creciendo en muchas de las economías emergentes, mientras que se ha estancado o se ha contraído en los países industrializados. Así por ejemplo, China ha alcanzado el segundo puesto en el ranking —que, durante décadas, se han disputado Alemania y Japón—, aunque muy lejos todavía en el consumo per cápita.

El cuadro siguiente es muy pedagógico. El eje de abscisas representa el importe medio que cada persona de un país gasta cada año en libros; y el eje de ordenadas, el número de títulos nuevos o reimpresos que se publican anualmente en cada país por cada millón de habitantes. La primera conclusión es que el mercado del libro está concentrado en un pequeño número de países que poseen cultura europea o anglosajona, además de Japón y Corea.

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Hoy más que nunca, el escritor es un artista inquieto y curioso que investiga las posibilidades literarias en otros formatos. Lo acabamos de comprobar con el trabajo de Mikel Alvira sobre lienzos y bolsos que aún se puede visitar y lo hemos visto también en el entorno de las redes sociales. Por supuesto, la escritora Julia Otxoa ha cultivado esa inquietud polifacética y curiosa desde hace mucho tiempo más allá de modas y conveniencias.

 

La revista Visión, en su número de Diciembre de 2012 ha dedicado un reportaje sobre la parte gráfica de Julia Otxoa, donde se destca su producción de poemas visuales. Imágenes con fuerza que usan objetos cotidianos que dota de nuevas lecturas. Además, en la web de esta publicación Otxoa habla también de su producción gráfica con una muestra de sus trabajos.

No existe una forma pacífica e inocente de referirse a este tipo de literatura,  que es conocida con diferentes apelativos, cada uno de ellos con un particular matiz: detection story (novela de detección) en Gran Bretaña, novela negra, novela criminal, polar en Francia..., pero todos nos entendemos cuando nos referimos a "novela policíaca" y suponemos que se trata de un tipo de literatura en la que aparece necesariamente un crimen, normalmente un asesinato, ya que cualquier otro delito no tiene la tensión requerida para prestar suspense al relato, y en que de una manera directa o indirecta aparecen envueltas las instituciones policiales y judiciales de un país.

Esa variedad de denominaciones responde a ciertas diferencias de matiz o particularidades dentro del género. En la detection story la gracia de la historia suele estar en la dificultad de llegar a descubrir al asesino, el medio social en el que se desarrolla este tipo de historia suele ser acomodado o francamente alto, los medios de comisión del crimen complejos y la dificultad casi nunca radica en coger físicamente al criminal sino en llegar a interpretar, en comprender, las confusas pistas del delito y a veces las extrañas motivaciones del delincuente: en descubrir al criminal. En muchos caso el investigador es un policía (Maigret, Petra Delicado, Bevilacqua-Chamorro, Montalbano, Felicidad Olaizola…) en otros es un detective privado, o incluso un abogado (Perry Mason, Licinio Salinas): Sherlock Holmes, Hercules Poirot... o bien puede ser también algún personaje colocado, como por casualidad en el lugar del crimen: el Padre Brown (Chesterton), Mrs. Marple (Agatha Cristhie), el rabino David Small (H. Kemelman). Es muy significativa la importancia que tanto en el caso del padre Brown, como en el del rabino Small tiene en la investigación del delito, el sentido teológico del Mal que tienen ambos “detectives”, y son precisamente estos dos caso los que me llevan a pensar que en el fondo de toda la novela policíaca hay una innevitable cuestión teológica, naturalmente no explícita en torno a la libertad humana y en torno al mal.

A pesar de que llevo algún tiempo residiendo en Madrid, en la calle Postigo de San Martín, junto al convento de las Descalzas, hasta hace poco no me he enterado de que los hermanos Baroja, Pío y Ricardo, habían vivido en los últimos años del siglo XIX y principios del XX, muy cerca de mi casa, en la calle Misericordia, hoy Maestro Victoria, en el edificio Capellanes, ya desaparecido. Por una ventana de la casa que da al jardín del convento, aun puedo ver paseando, entre rosales, naranjos y  limoneros de un cuidado huerto, a monjas, las pocas que aun quedan, con su devocionario; una estampa idílica a la vez que incongruente en nuestros días en pleno corazón de Madrid, donde se junta todo el emporio comercial y consumista. Todos los antiguos edificios  contiguos al huerto apenas tienen ventanas y las que hay son de un tamaño tan pequeño  que por su vano apenas puede asomarse una cabeza. Eso demuestra que las Descalzas Reales, antiguo convento de clausura, intentaba de esa manera guardar a las monjas de las miradas del mundo, sobre todo a la de los vecinos.

En la época en que los hermanos Baroja se trasladaron a Madrid desde el País Vasco, don Pío regentaba la panadería de su tía, situada en los bajos de Capellanes en la antigua calle Misericordia. Habitando la familia en el mismo edificio, Ricardo instaló en la buhardilla de la vivienda familiar un taller de grabado. Puedo imaginarme a los hermanos Baroja espiando a las novicias, un panorama similar al que yo contemplo desde la ventana de mi dormitorio. Si hubiese nacido un siglo y pico antes estoy casi segura que nos hubiésemos saludado con la mano de una ventana a otra.