Los escritores han dejado de vivir en un cuarto oscuro y casi sin ventanas.Las puertas se multiplican y las posibilidades aumentan. Y también las dudas. Internet está cambiando muchas cosas.  Y la literatura y su industria es una de ellas. Pero, ¿puede el escritor vivir ajeno a esta transformación?, ¿Es suficiente con escribir un manuscrito y  pasarlo por debajo de la puerta a un editor?, ¿Los autores deben ser a la vez prescriptores y promotores de su obra?, ¿Internet favorece la búsqueda de talento o la aparición de más ruido?. Buscamos al escritor 2.0 con la ayuda de los autores Gonzalo Garrido y Ángela Mallén, la agente literaria y también escritora Beatriz Celaya, el editor de Salto de Página, Pablo Mazo, y el responsable de Dosdoce, observatorio de las nuevas tecnologías en el sector cultural, Javier Celaya.

Plantado ante la puerta de Internet, el escritor se hace la primera pregunta: ¿Entrar o no entrar? La respuesta parece unánime pero con matices. Javier Celaya asegura que “hace tres o cuatro años tenía algún sentido no estar en la red porque no estábamos todos; ahora sí y no parece lógico autoexcluirse”. Gonzalo Garrido, escritor novel que ha entrado con fuerza en las redes sociales, va un poco más allá y cree que es imprescindible: “Sobre todo si se empieza porque sirve para depender menos de los demás que siguen siendo necesarios pero que pasan a otro nivel de importancia”. Ángela Mallén, escritora que ultima los detalles de su primer blog, destaca la utilidad de Internet como herramienta de documentación pero advierte que “no se puede, o no se debería tomar con demasiada frecuencia el atajo de internet renunciando a la biblioteca o al libro de papel y tinta”.

 

Como editor, Pablo Mazo reconoce que “cualquier tipo de presencia se ha vuelto imprescindible ya que la invisibilidad en la red es un lujo que pocos autores pueden permitirse”. Beatriz Celaya asegura que la vía a nuevos contactos y a información sobre el sector hace casi obligada la presencia del escritor en la red. Y además, abre una nueva puerta a la discusión: “El problema no es tanto estar o no estar, sino cómo gestionar el tiempo en que se está”.

Uno de los miedos que agobia al autor que entra en el mundo 2.0 es la sensación de perder el tiempo, de ser superado por las herramientas. Mallén reconoce que la distracción es posible porque “el escritor puede convertirse en un usuario satisfecho o en una especie de ludópata”. Garrido apunta que “es un factor más y como tal hay que saber gestionarlo”. E insiste en que “es una ventaja clara más que un inconveniente, pero siempre que se trabaje inteligentemente”.

El hecho de ir solo, simplemente acompañado de la intuición, no parece problema para Garrido.  El autor de ‘Las Flores de Baudelaire’ mantiene que “no es necesario ser un gran conocedor de las herramientas informáticas ni de la forma de actuar. Basta la observación y la prudencia”.

Javier Celaya aclara que nadie está a salvo de no cometer errores porque “estamos en un mundo nuevo y cambiante en el que lo natural es realizar la técnica de ‘Prueba-Error’”. Sin embargo, reconoce Celaya que “lo que sí podemos evitar es hacer cosas que ya sabemos que no funcionan”.

Lo primero, apunta el fundador de Dosdoce, es definir nuestro perfil: “En la red todos vendemos un personaje por eso hay que matizarlo bien; si queremos que sea estrictamente profesional, o personal, pero no es bueno mezclarlo”. Para enfocar el mensaje que el autor quiere transmitir el blog puede ser una buena opción, pero advierte: “Una bitácora requiere disciplina y constancia; mantener un ritmo de una entrada a la semana sostenido en el tiempo es una buena manera de empezar”.

También hay que seleccionar las redes sociales más apropiadas: “Estar presente en todas no implica mejor difusión”, afirma. Y señala, además de Facebook o Twitter, la importancia de otras redes más dedicadas al mundo del libro como Goodreads o Librarything como lugares atractivos para difundir la obra de un escritor 2.0.

De cara a lo que el público recibe de la presencia del escritor en todos estos lugares, Beatriz Celaya, fundadora de Biografías Personales, advierte del peligro del exceso de ‘autobombo’ ya que, asegura, “puede tener el efecto contrario al que busca el autor”.

Otra puerta que se abre es la relación del escritor con los otros actores que intervienen en el mundo del libro. Gonzalo Garrido celebra “el nivel y la generosidad de las personas que participan; me he encontrado con editores, periodistas, libreros, distribuidores y lectores que han compartido su conocimiento y su tiempo de una manera altruista, sin querer conseguir nada a cambio. Me parece genial ”.

Pablo Mazo afirma que, a pesar de que la edición digital ha disparado el contacto virtual entre escritores y editores, “desde que los autores y las editoriales se promocionan en Internet, no es necesario esperar a la digitalización de nuestros contenidos para que esas relaciones hayan empezado a transformarse para siempre”.

El editor de Salto de Página desde su fundación en 2007 cree, además, que “pese al volumen, Internet y las redes sociales también ponen a nuestro alcance la información y las herramientas para abrirse paso en esa misma oferta excesiva que nos proporcionan”. Como Pablo, Beatriz Celaya cree que este nuevo espacio abre la opción de encontrar nuevos talentos con más facilidad. Como agente literaria afirma que “escritores y catálogos que antes solo era posible tener acceso a ellos a través de las ferias, ahora puedes saber qué hacen y qué escriben, con quién están editando, y a un simple golpe de ratón, puedes contactarles”.

Como el jardín de Borges, Internet tiene infinitos caminos que se bifurcan. Hemos desbrozado alguno pero aún quedan muchos otros por explorar como la influencia de las propias redes sociales en el acto mismo de escribir o el de editar las obras unicamente pensando en una pantalla. Ante estos retos, Javier Celaya aplica siempre la misma receta: “Naturalidad y ser conscientes de que estamos viviendo una etapa de cambio constante que es apasionante”.