'Vuelco radical'
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- Written by Luisa Etxenike
Artículo de Luisa Etxenike aparecido el 24 de enero en la edición del País Vasco de El País.
"Escribió Flaubert que para volver una cosa interesante bastaba con mirarla el tiempo suficiente. Idea que acojo como estímulo y que quisiera aplicar hoy a la violencia de género que ha empezado el año como acostumbra, asesinando ya a tres mujeres, es decir, a su ritmo de una nueva víctima cada 4 ó 5 días. Estoy convencida de que la única manera de acabar con la violencia machista es volverla "interesante" en el sentido flaubertiano, es decir, observarla con lupa, con todo el detenimiento de la sociedad, para que sus rasgos más disimulados emerjan; y para que, al contrario, los más evidentes no puedan presentarse borrosos, distorsionados, aparentar lo que no son. Y ese detenimiento revelador aún se echa de menos en nuestras sociedades; aún nos falta sobre la violencia de género la mirada definitivamente atenta y lenta que la coloque en el centro, en el eje del interés general. Ha concluido 2010 con 85 asesinadas por el machismo, y, sin embargo, sólo un pequeñísimo porcentaje de españoles considera que este tipo de violencia representa un problema social grave. Y otro tanto debe de suceder en muchos países europeos donde el goteo incesante, ritmado, regular como un latido, de muertas no se aborda como una emergencia social, por no decir que ni siquiera figura en el orden del día del debate público más general.
Entrevista a Juan Carlos Márquez en 'Deia'
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Entrevista aparecida el 24 de enero en Deia.
"Con una piruleta en forma de corazón y una taza de sangre, el escritor bilbaino Juan Carlos Márquez estrena 'Llenad la tierra' (Menoscuarto Ediciones), un libro que recoge 23 relatos que tienen el tema de la familia como punto en común.
Juan Carlos Márquez (Bilbao, 1967), licenciado en Ciencias de la Información y ahora profesor de escritura, cuenta con una docena de premios, entre ellos el Unión Latina y el Rafael González Castell, pero asegura que no son algo fundamental en su carrera.
Los 23 relatos del libro tienen a la familia como hilo conductor. ¿De dónde surgió esa idea?
En realidad no fue algo que yo elegí conscientemente. Mi forma de escribir es independiente: empiezo un relato, lo termino y voy al siguiente. Cuando tengo un número considerable de ellos pienso en la idea del libro. Esta vez los revisé todos y llegué a la conclusión de que el hilo conductor era la familia. No fue algo que decidí, sino que surgió con el tiempo.
Espido Freire en 'El Correo' y 'Deia'
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Entrevista a la escritora Espido Freire con motivo de la publicación de La flor del Norte (Planeta), su primera incursión en la novela histórica.
"Los vikingos, dicen, eran gente fuerte y valiente. Protagonistas de grandes batallas, moradores de tierras inhóspitas. Incansables. Sin embargo, la princesa que mandaron allá por el siglo XIII a casar con un hermano de Alfonso X el Sabio no parece que cumpliera esas normas. Cristina «era contradictoria, tenía un punto de cobardía y estaba muy alejada de la imagen de princesa vikinga que nos ha llegado filtrada por la Disney y el cómic…», describe la escritora Espido Freire. Esa es, al menos, la protagonista de 'La flor del Norte' (Planeta), la primera incursión de la autora en el terreno de la novela histórica.
Y es que Cristina, hija y hermana de reyes noruegos (al mismo tiempo, porque por entonces padre e hijo compartían la regencia), no tuvo lo que se dice una buena vida. Llegó a Sevilla con 24 años y murió con 28 de una dolencia extraña que la fue dejando paralizada. No es que haya mucho escrito sobre ella. «Como tantas princesas, sólo aparece en las crónicas de manera anecdótica», dice Freire. Eso la ha convertido en leyenda y también en un personaje digno de ser novelado.
'La autoría intelectual'
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- Written by Mikel Apodaka
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Artílculo de Pedro Ugarte aparecido hoy en El País:
"Andan socialistas y populares tirándose los trastos a la cabeza, a cuenta del evanescente concepto de inducción a la violencia, eso que otros llaman autoría intelectual. La polémica surge cuando un tipo asesina en Tucson a seis personas y hiere gravemente a la congresista demócrata Giffords. En Estados Unidos, pero también aquí, se extiende una gaseosa imputación, señalando la telepática autoría del movimiento conservador Tea Party y de su rostro más conocido, Sarah Palin. La derecha americana, por algún conducto paranormal, se convierte en responsable de esa acción terrorista. A los pocos días el Partido Popular encuentra un oportuno contrapunto: la paliza que propinan unos tipos de ultraizquierda a Pedro Alberto Cruz, consejero de Cultura de Murcia. Los populares emprenden la revancha, una revancha estúpida e injusta, porque imputar al socialismo democrático que favoreciera ese atentado ni siquiera es verosímil, entra de lleno en el campo de la calumnia.
Habría que tomar ejemplo de la exquisita prudencia con que operan la prensa y los partidos cuando en Egipto, Irak o Nigeria mueren de un bombazo dos o tres docenas de cristianos. Ahí el personal se muestra cauto, ponderado, escrupuloso, y señala que bajo ningún concepto debe hacerse a nadie responsable moral de esas acciones y que la islamofobia es un hábito aún más pernicioso (si cabe) que el tabaco. Ojalá ese criterio, tan frecuente cuando caen cristianos como moscas, también lo apliquen nuestros políticos cuando se trata de víctimas, cercanas o remotas, que les importan algo más.
Tipos bien extraños
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- Written by Esther Zorrozua
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Enero salió a mi encuentro. Soy el encargado de conducirte al interior, me dijo. Era un tipo distinguido, en esa edad indefinible y perfecta que hace atractivos a los hombres. Todo en él invitaba a acompañarlo, pero algo en su físico presentaba una extraña peculiaridad. Al principio, creí que se trataba de un error mío de visión, de un desenfoque momentáneo, porque la mitad de su rostro miraba hacia el este, mientras la otra mitad lo hacía al oeste. Una facultad para mantener controladas las entradas y salidas, me dije. Una vez dentro y traspasado el gran vestíbulo de altos techos de los que colgaban hermosas arañas de cristal, me condujo al salón principal.
Había una pareja sentada en un confidente que parecía inmersa en una charla íntima. Ésta es Mayo y éste es Septiembre, me los presentó Enero. Ella era una dama esplendorosa y exuberante, con uno de esos cutis que sólo se consiguen durmiendo diez horas diarias y dedicando el resto del tiempo a mimarlo con mejunjes. Llevaba una guirnalda de flores en el pelo y transmitía mensajes cifrados con los aleteos de su abanico de encaje. Él era un robusto caballero, curtido por el deporte, sin duda, que vendía salud a raudales y por algún motivo que nadie me explicó, adornaba su fornido cuello con un pámpano de vid con la misma naturalidad que si llevase un pañuelo de seda. Fueron muy amables conmigo durante un momento, pero luego volvieron a sus asuntos.
Al fondo, de pie junto a la chimenea en la que chisporroteaban unos troncos de encina, hacían conciliábulo dos ancianos, uno de cabellos de nieve pero gesto vigoroso y otro de canas plateadas y bastante más achacoso; razón por la que, seguramente, se apoyaba en un bastón. Ambos tenían sendas copas de brandy en la mano. Estaban serios, circunspectos, como si el destino del mundo dependiera de sus decisiones. En ese momento hablaban sobre los vaivenes de la Bolsa. Enero me los presentó como Febrero y Diciembre, respectivamente. En otro lateral, junto a la ventana con visillos de organza, una joven etérea vestida de tul gris del que asomaban unos brazos de nácar, tocaba el arpa con tal virtuosismo que, al cerrar los ojos, se podía adivinar un surtidor de agua cristalina en el centro mismo de la habitación. Tal era la naturaleza de su música transparente. No podía ser otra que Abril.
