Poemas de un ratónReseña aparecida en Diario Vasco escrita por Santiago Aizarna sobre el libro infantil de Julia Otxoa, Poemas de un ratón (Ed. Diputación de Málaga) y que se nos había pasado señalar.

"Constante en su quehacer, no sólo de escribir sino también de publicar, para este ayer celebrado Día de Reyes, Julia Otxoa nos ha regalado un nuevo libro. Un libro muy apropiado para niños. Un libro muy oportuno dadas las fechas que vivimos. Un libro que es para todos porque igual es que sabe usar esa fórmula de hacernos niños a todos. Un libro que, como ha sido relatado por medio del ratón del ordenador, Julia ha tenido la humorada y la generosidad de titularlo como Poemas del ratón. Es texto que trasciende, por supuesto, mucho más de esta anécdota nimia. En ocasiones, le gusta a la poesía jugar a bromas, sobre todo cuando surge de autorías no afines a cultivar este género en sus textos habituales. Recuérdese, por ejemplo (o ilustre o solamente notorio) el de Pío Baroja con su Canciones del suburbio, con el que, en el año 1944, asustó a todos, y que causó casi un desmayo en la acrisolada sensibilidad del apócrifo Benaudalla (Domingo, para más señas), cuyo libro 'Mis conversaciones con Pío Baroja'", aparecido en 1945, inundó los barracones de Libros Viejos de la Cuesta de Moyano madrileña. Y, si de comparar poéticamente se trata, imposible olvidar, igualmente a aquella mujer que con orgullo neto, quedo y legítimo, proclamaba, al igual que García Lorca, aunque sin aludir para nada al esfuerzo como éste, que «Soy poeta por la Gracia de Dios,/ en mi mano de poeta/ florecen versos», un poco de esa manera también que me da a mí por pensar que florecen en, desde, por, sobre, las manos de Julia Otxoa.

 

No diremos cual es el número desalida de este libro de la portentosa factoría imaginativa de Julia Otxoa. Tratándose de una mujer de tan prolífica producción diremos, simplemente, que ese empeño sería imposible. Diremos, eso sí, como nos corresponde, que resulta ser tan encantadora como las anteriores. Seguramente por distintos motivos pero con parecido encanto tan difícil de disimular. Escribe ella que «es este un libro sobre el poder evocador de los dibujos y también de las palabras, de la pasión por el lenguaje como representación del mundo y equipaje heredado, susceptible de ser reimaginado y transformado mediante la creación». Escribe también que, «un buen día la inspiración llamó a mi puerta y comencé a dibujar estos personajes, que tú lector tienes hoy ante tus ojos, por aquel entonces eran anónimos para mí, nada sabía de ellos tan solo que como por arte de magia salían de mis manos hasta llegar a sumar más de setenta, en este momento decidí parar el ratón de mi ordenador, dejar de dibujar, y dar por finalizada esta serie que de modo tan inesperado había llegado a mi vida». Ya tenemos pues, a la escritora que se muta en ilustradora.

 

Luego, pasado un tiempo, las criaturas piden voz como en el caso de los animales prosopopéyicos, y ahí es donde la escritora se nos torna en poeta y se aferra, preferentemente, a los pareados. Y, van surgiendo de esta manera, las figuras, un tanto entrañables, de la dama bosquimana, del paciente tosedor, del adivino, del alambrista, del hombre gallo, del paseante de Moguer, del deportista de Praga, del gato maniquí, del estrábico de Albarracín, del vitoriano en busca de su sombra, del toledano veloz, del cantante extravagante, de la botella voraz y contumaz y locuaz, del niño antena de Segovia, del hombre de cabeza enorme y que canta ópera muy conforme, de los dos hermanos cosidos por un botón, del vecino Rufino que se unta el pelo con tocino, del caballero romano con sombrero, del que hablaba con dos mirlos, del astrónomo gastrónomo, del grillo con capa, de la emperatriz dominatriz, del fumador invisible, del que hablaba tanto que todos le tenían espanto, de la hortelana que hacía maravillas con la lana, del francés que miraba tanto a la luna, del vago de Santiago que sólo quería darle al trago y del fino Constantino que se hizo amigo de un langostino. Una serie de personajes que muestran la ágil esencia imaginativa de Julia Otxoa.