Los inicios como reportero

En su juventud, aquel boxeador y promesa del fútbol que fue Ryszard Kapuściński escribía versos. Sus primeras publicaciones fueron aparecieron en 1949 por el semanario Ayer y hoy (Dziś i jutro). El autor es entonces un joven de diecisiete años, miembro, como tantos otros, de las juventudes comunistas polacas (Związek Młodzieży Polskiej). En medio del espíritu dinámico, de reconstrucción del país que ha sido devastado por la Segunda Guerra Mundial, cursa el último año en el Instituto Stanisław Staszic de Varsovia y está a punto de conseguir su primer trabajo fijo en un periódico. 

Precisamente en su instituto se celebra un debate sobre poesía, sobre cuál es la dirección que debe tomar ésta. Los estudiantes discuten sobre cinco poemas de sendos autores, con el fin de encontrar entre ellos un modelo a seguir. Del acto se hizo eco la revista Renacimiento (Odrodzenie). Lo sorprendente de todo ello es que entre los autores escogidos estuviera Kapuściński. Así, además de Vladimir Mayakovski, epítome del poeta comprometido con el socialismo, y dos pesos pesados de la poesía polaca, Kazimierz Wierzyński y Konstanty Ildefons Gałczyński, se analizó un poema del joven aprendiz, Manzanas rosadas (Różowe jabłuka). Éste salió lógicamente perjudicado de la comparación con un gigante como Mayakovski, pero la crítica se centró curiosamente en el contenido ideológico de su poesía, en el hecho de que “no acentúa con más fuerza su filiación política, como sí lo hizo Mayakovski[1]”.

Así, el hecho de que el futuro reportero cultivara entonces la corriente dominante del Realismo socialista no le reportó en ese momento grandes alabanzas. De esta manera, por primera vez se pone de manifiesto una de las constantes de nuestro objeto Kapuściński: su obra ha contado siempre con una importante difusión, gracias a la controversia que genera. Es decir, el suyo es un difícil equilibrio entre la originalidad y la ortodoxia. Si fuera un extremista, no habría tenido ningún éxito, mientras que un contenido previsible cansaría a los lectores.

Por otra parte, aquel encuentro poético no fue sólo el pistoletazo de salida para la recepción reproductiva de la obra de Ryszard Kapuściński en su país, sino también el de otro tipo de acogida más interesante, la productiva. Y es que el debate sirvió de inspiró al gran escritor y director de cine Tadeusz Konwicki, que lo incorporó en la trama de su novela En la obra (Przy budowie).

En ese mismo año entra a trabajar en la redacción de El Estandarte de la juventud, un periódico que emula al Konsomolskaya Pravda[2] soviético, y se matricula en la Universidad de Varsovia..

En 1951 cruzó por primera vez la frontera para cubrir en Berlín Oriental el Encuentro de los Jóvenes Soldados por la Paz, aprovechando la circunstancia para recorrer la RDA. Inmediatamente después publicó su primer gran reportaje, que se subdivide en dos ciclos recogidos por El Estandarte de la Juventud: el primero lo compuso en solitario y el segundo lo coescribió con Stefan Skrobiszewski.

Como se puede ver, el Kapuściński viajero alumbra al Kapuściński reportero. Ambos estiran al máximo sus estancias en el extranjero, una constante en su vida. Con todo, el viaje al país vecino es un hecho tan excepcional como aislado, ya que no se repetirá hasta que en agosto de 1956 sea enviado a Kiev con motivo del Congreso Mundial de la Federación de las Juventudes Democráticas. Esta vez, la estancia dura una semana y es la segunda de la serie de cuatro encuentros de jóvenes comunistas, que se completan con los de Varsovia de agosto de 1955  y de Moscú del verano de 1957. De todos ellos, el viaje iniciático a Berlín fue el único merecedor de un reportaje.

 

La primera polémica: Kapuściński en boca de todos

La publicación en 1955 de su columna Esto también es cierto sobre Nowa Huta (To też jest prawda o Nowej Hucie) constituye un punto de inflexión en la trayectoria profesional del joven periodista. Una vez acabada la carrera de Historia, Kapuściński vuelve a la redacción de Sztandard Młodych, que está en plena metamorfosis. Ahora la directora es Irena Tarłowska, y la orientación es otra: muerto Stalin en 1953, corren aires aperturistas.

El autor polaco fue muy consciente de la importancia del momento, que marca una nueva etapa en su obra. Es entonces cuando toma conciencia de la fuerza de la palabra escrita, adoptando la postura del intelectual comprometido. Así lo explicaba él mismo en El mundo de hoy, KAPUŚCIŃSKI (2004:25): 

El texto se llamaba Esto también es cierto sobre Nowa Huta. Nuestro periódico logró incluir mi artículo, que era muy crítico, por decirlo así. Nowa Huta estaba a destinada a ser nuestro “triunfo económico” ejemplar. Como estudiante, yo había trabajado allí y conocía las terribles condiciones de vida y de trabajo. En el momento en que se publicó el artículo se armó un gran escándalo y tuve que ocultarme…

Ocultarme, ¿pero cómo?

Pues sí, los obreros que eran amigos míos, me protegieron. En cualquier caso, el escándalo duró mucho tiempo. Por fin se designó a una comisión para que investigara mis afirmaciones, la cual confirmó todo lo que yo había dicho…y me concedieron la Cruz de Oro al Mérito.Tenía veintitrés años.

Aquella experiencia me insufló moral. Me hizo ver que escribir era arriesgarse, y que, en el fondo, no importaba tanto el hecho en sí de que se publicara un trabajo, como las consecuencias que se seguían. Cuando uno opta por describir la realidad, su escritura influye sobre esa realidad.

Por otra parte, el revuelo armado se convierte en su pasaporte al extranjero.El nuevo salto cualitativo de Kapuściński, se debe al interés de su directora, Irena Tarłowska, por apartarle de las protestas. Recordemos que esa atmósfera revisionista que trajo el deshielo tuvo un sangriento reflejo en la RDA, Polonia y Hungría: primero estalló la sublevación de 1953 en Alemania del Este, luego el junio de 1956 de Poznań, y finalmente la Revolución húngara de otoño del mismo año. Así que su jefa mandarlo fuera del Bloque del Este, a la India, a donde viaja en septiembre de 1956.

A la vuelta de la India debe modificar el itinerario previsto, debido a que el Canal de Suez está siendo bloqueado. Aterriza accidentalmente en Kabul, donde es retenido por carecer de visado. De forma que la visita es doble y la cosecha también, porque la aventura le inspira dos series de reportajes: El camino por Afganistán (Droga przez Afganistan) y La India de cerca (Indie z bliska). Ambos aparecen entre diciembre del 56 y marzo del 57 en las páginas de El Estandarte de la juventud. En este punto podemos apreciar otra constante en la obra de Kapuściński: sacar partido de los contratiempos, máxime cuando un viaje puede dar fácilmente para varios.

De estas primeras grandes estancias y del desconcierto que le produjo el encuentro con otras culturas muy diferentes a la suya, especialmente la china, el reportero deja constancia en Viajes con Heródoto, una vuelta a su juventud que es un canto al arte de viajar y de escribir sobre ello.

Volviendo a la atmósfera que se vivía en Polonia durante la segunda mitad de los cincuenta del siglo pasado, los temores de su jefa eran más que fundados. Así, el nuevo comité de redacción elegido democráticamente por los trabajadores de la misma es disuelto y sustituido por otro impuesto. Como muestra de repulsa, el grueso de la redacción del periódico, con Kapuściński entre ellos, abandona El Estandarte de la juventud en marzo de 1958  El joven periodista encuentra trabajo en la Agencia Polaca de noticias, (PAP o Polska Agencja Prasowa). A finales de año decide compaginar dicha tarea con la de reportero de la sección nacional de la revista polaca Política (Polityka).

 

[1]       „Nie akcentuje silniej swej przynależności politycznej, jak to uczynił Majakowski”. De “Debate sobre la poesía en el instituto Staszic de Varsovia” („Dyskusja o poezji w gimnazjum im. Staszica w Warsza-wie”), Renacimiento (Odrodzenie), 1950, n. 10, p. 5. 

[2]       La Verdad del Joven Comunista (Komsomólskaya Pravda, Комсомо́льская пра́вда) es un diario rusode cobertura nacional, actualmente el segundo de mayor tirada. Ello a pesar de que fue fundado en 1925  como órgano oficial de las juventudes del Partido Comunista de la Unión Soviética, el Komsomol. En 1930 recibió la Orden de Lenin.

 

Amelia Serraller, en Cenizas y fuego. Crónicas de Ryszard Kapuściński.

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