Entrevista aparecida en Diario Vasco y firmada por Roberto Herrero.

"El donostiarra Fernando Aramburu está considerado como una de las voces más importantes de la literatura española actual. Residente en Alemania, regresa hoy a su ciudad para ofrecer dentro de las jornadas Literaktum 2011 una charla titulada 'Un viaje literario'. Su presencia coincide con la llegada a las librerías de su libro de relatos, 'El vigilante del fiordo'.

-¿Sobre qué va a hablar?

- No lo sé porque así lo he querido. Probablemente de literatura con el catedrático Juan Manuel Díaz de Guereñu. He acordado que no me adelante las preguntas y así me libro de responderlas con antelación.

- Con 'El vigilante del fiordo' (Editorial Tusquets) vuelve al cuento.

- Me gusta muchísimo escribir relatos y no lo hago continuamente. Por eso se me acumulan historias y las tengo que sacar. No son historias completas, muchas veces empiezo a escribir sin tener más que una imagen o puede que un final para el cual tengo que imaginar todo lo anterior. Me he dado cuenta de que los cuentos son la parte dura de mi literatura y no es algo deliberado. Los relatos me suponen cierta intensidad en el trabajo relacionada con obsesiones y preocupaciones que me siguen.

- ¿Estamos en cierta manera ante una continuación de 'Los peces de la amargura', donde se centraba en las víctimas de ETA?

- A menudo el final de un libro adelanta lo que vendrá en otro. El primer cuento de 'El vigilante del fiordo' podría haber estado en 'Los peces de la amargura' sin desentonar. A partir de ahí sigo por caminos diferentes, aunque no opuestos. No puedo dejar de fijarme en la gente que es asesinada o extorsionada. Es un tema muy fuerte dentro de mi literatura porque me plantea preguntas constantemente y trato de responder en forma literaria. Como son cuestiones muy serias y dolorosas no me permito frivolidades. Me tengo prohibido reírme del dolor ajeno. Si me río será del propio.

- Si el final de un libro adelanta el inicio de otro, ¿adónde nos lleva éste que termina con un relato sobre su propio entierro?

- Pues quizás a un vínculo entre la tragedia del vivir y el humor. Ahora noto que mi cesto de ideas se va llenando con historias en las que la desgracia humana, la vejez, la enfermedad, la muerte, se une a situaciones ridículas.

- El corazón de este nuevo libro son dos relatos, uno sobre el 11-M y otro sobre un atentado de ETA.

- Me gusta ese apelativo del corazón. El lugar que ocupan los relatos dentro del libro es deliberado. A esos dos sumaría otro en el que se trata de la relación entre un padre sexualizado y un hijo medroso.

- ¿Cómo ve la situación actual de la política vasca?

- Con los ojos de un señor desconfiado por naturaleza. Si comparo con épocas anteriores diré que vivimos en un momento de alivio, sin muertos en las noticias. Pero para mí la paz no sólo dejar de matar, aunque es un buen comienzo. La paz es convivir, salir a la calle sin temores, sin amenazas. Lamento no escuchar declaraciones de concordia ni de arrepentimiento. Habrá que ver si actitudes recientes son producto de una estrategia electoral o hay cierto arrepentimiento sobre la violencia. Veo dando lecciones de democracia a las mismas caras que antes postulaban la socialización del sufrimiento. Nunca he visto un caimán vegetariano. Habrá que esperar que caimanes que sólo comían carne hoy estén dispuestos a comer vainas.

-¿Le disgusta que se le identifique sobre todo con temas que tratan sobre terrorismo?

- Lo que me incomoda es que se me simplifique y si se me pone ese sello se está haciendo. No se ajusta a la realidad de mi obra.