Los medios se han hecho eco de la publicación de la última novela de Uribe, Los que hemos amado. Os paso la entrevista aparecida en el Deia y el artículo de El País.

"De Ramiro Pinilla aprendió y se inspiró, y fue con él con quien presentó ayer su última novela, un ágil relato de la aventura de dos getxotarras aficionados al surf que viajan a Marruecos en los 80 en busca de emociones. Willy Uribe sigue publicando y siendo premiado.

En un primer momento, Willy Uribe (Bilbao, 1965) parece el tipo majo y algo despistado con el que te apetece tomarte una cerveza en cuadrilla. Pero tras esa aparencia bonachona hay todo un explorador: en el mar, cogiendo olas; en la fotografía, captando lo difícil, y en la literatura, depurando su ágil estilo. Ha sido Premio Tusquets, Premio Euskadi y Silverio Cañada en Gijón. Ayer presentó en Bilbao y en Algorta Los que hemos amado (Los libros del lince), donde trata de reflejar unos años 80 de surf y hachís en Getxo. Su mentor Ramiro Pinilla estuvo con él.

No me lo imaginaba tan alto. Para hacer surf, ¿qué tal?

Centro de gravedad bajo es mejor, dicen, ¿no? (Risas). Hombre, ha habido campeones del mundo muy altos, pero las ratillas andan mejor, como Aritz Aranburu.

La mejor ola, ¿la de Mundaka, las de Marruecos o las americanas?

La de Mundaka está entre las diez mejores del mundo y si me apuras, entre las cinco mejores.

Pero en su libro se ha bajado al Sur.

Sí, en Marruecos hay muy buenas olas, como las de Anchor Point.

Tiene algo de fotógrafo, de viajero, de narrador... ¿Una cosa enriquece a la otra, van de la mano?

Sí, cuando viajo aprovecho para hacer de todo. No tomo notas, porque suelo hacer fotografías y reportajes de surf, pero lo voy guardando todo aquí (señala la cabeza).

Me parece que describe muy bien los paisajes de forma sensitiva. La visión de nuestra costa es muy original.

Claro, todo el mundo sabe cómo es, entonces tienes que ir a lo que has almacenado para describirlo. No sé decir qué recursos uso. Escribo tal como lo pienso, trabajo mucho en la cabeza las frases antes de escribir. Voy a cualquier lado y estoy con un párrafo en la cabeza, con una frase, buscando cómo hacerlo. Entonces, llego al papel con eso ganado. Y pauso mucho, me lo pienso.

¿Obsesiona mucho un libro?

No, me encanta enfrentarme a él, me gusta muchísimo.

Como a las olas, ¿no?

Más, ahora más (sonríe ampliamente). Porque además me voy doce días, dos semanas, y me aíslo totalmente, y ahí escribo el bruto, y brutalmente, igual diez o doce horas al día; me meto mucho café y escribo un montón. En tres o cuatro tandas de esas escribo una novela. Son muchísimas horas de trabajo. Luego, en casa, son muchísimas ya de pulir. Y tener economía narrativa. Si una frase, aunque sea brillante, no cuadra, quítala. Si puedes resumir una frase en una palabra, hazlo.

Tendrá contento a Pinilla, tan amante de las olas del Cantábrico.

Sí, cada vez que escribo sobre La Galea, inconscientemente me sale la referencia a Ramiro. En Las ciegas hormigas o en Cuentos fantásticos, describía la playa, el congrio de las rocas, la subida del acantilado. De chaval estudiaba en Aixerrota y buscaba el camino que él describía.

O sea, que ya le leía de jovencito.

Sí, a Ramiro lo conocí en el 84, en un taller de escritura en Algorta.

Y le habló muy bien a su actual editor de cómo escribía.

Sí, pero años después, en 2005.

Menudo maestro, ¿no?

Jo, si le digo maestro se enfada, no le gusta nada.

Se ve que no le va el protagonismo.

No. Es el maestro que he tenido en mi vida. Y es cierto que tiene una gran juventud por dentro.

Su editor dice que es el mejor escritor vasco y "Le Monde Diplomatique", un escritor de novela negra de referencia en España.

A nadie le amarga un dulce, gusta, pero ahí queda.

Empezó esta novela hace dos años, ¿no?

Sí, la tenía casi acabada, y la dejé en un cajón y estuvo en barbecho unos meses, y luego la recuperé. La distancia te suele dar otra visión.

Diría que su estilo narrativo es como las olas cuando se mecen.

(Piensa). Puede ser, no hay grandes aspavientos en la novela, no hay una exuberancia en las descripciones... intentando meter una mar de fondo, que abajo bulla, y que arriba vaya suave, suave, como dices.

¿El género negro es su favorito?

En escritura no te puedo decir. En lectura, no. Hombre, hay grandes cosas en género negro. Jim Tomson me gusta mucho, es muy salvaje, muy puro. Ahora, hay autores que no hacen género negro pero son más negros que otra cosa, como Faulkner.

He leído que no le fascinan Larsson y otros autores escandinavos.

No le he leído a Larsson, ni literatura sueca. Lo único que conozco de allí es a Bergman, y me gusta. Quién sabe si lo leeré, pero de momento no está en mis planes.

¿Qué tal saben los premios?

Pues un dulce agradable. Ahí queda, está bien que te reconozcan. Pero si hay pasta, de puta madre (risas).

Alguna vez se ha autoeditado. ¿Es una reivindicación hacia la distribución, que se lo lleva todo?

Es una manera muy ágil de hacer las cosas y sacarle más dinero a tu obra. No te dan tantos derechos, pero tú manejas tu obra. Es una vía que va a crecer.

Se va a reeditar "Sé que mi padre decía". ¿Se llevó ya al cine?

Se vendieron los derechos, pero todavía no ha llegado. El cine no está en sus mejores momentos.

¿Está logrando lo que quería, vivir de escribir?

No, lo que estoy logrando es escribir. Pero no soy un suicida, me importan las dos cosas. Me gano la vida.

¿Siente esa insatisfacción tan frecuente...?

Ahora mismo estoy deseando que pase la promoción y retomar una novela empezada. Tengo una hija, así que tengo que organizarme, porque mi mujer trabaja fuera. Quiero mucho a mi familia pero también lo que llevo dentro. Tengo verdaderas ganas de pasarme dos semanas dentro de esta narración.

Reconcentrado como buen escritor.

Y si lo mantienes durante seis, siete u ocho días llegas a un estado como de catarsis, en que no existe otra cosa. Y a veces por la noche no me puedo dormir porque la cabeza me está dando vueltas a varias frases, y de repente me dan las ocho y no he dormido nada. Eso me encanta.

 

Y en El País:

Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923) fue el primer escritor que conoció Willy Uribe (Bilbao, 1965) cuando lo de dedicarse a la literatura no era más que un proyecto en ciernes. En 1984, Uribe comenzó a asistir al taller de escritura de Pinilla en Algorta, los lunes a las 8 de tarde. El lugar del encuentro ha variado con el tiempo pero el taller se mantiene estable. Desde librerías a bares, pasando por trasteros, les han visto reunirse cada semana para leer y comentar lo que los miembros del grupo han escrito ante el autor de Verdes valles, colinas rojas. A Pinilla no le gusta hablar de maestro y discípulos, pero Uribe cree que lo son. Ayer, el maestro presentó en el Aula de Cultura de Villamonte, en Getxo, la quinta novela del discípulo, Los que hemos amado (editorial Los libros del lince).

A quienes no han leído las novelas ni los libros sobre surf de Uribe, Pinilla les adelantó las credenciales del escritor: el placer de escribir, los anhelos de libertad, los viajes de horizontes lejanos y el código de nobleza. "Basta con leer la novela para adivinar que no sufre escribiendo, como gusta decir a algunos escritores, sino que disfruta", explicó. "Es una escritura libre, que está retando a los posibles censores para ponerlos en aprietos".

A Uribe y Pinilla también les une el territorio que eligen para sus novelas. Los que hemos amado arranca y vuelve al final a Algorta, como la literatura del autor de Las ciegas hormigas. Los horizontes que buscan sus protagonistas, aficionados al surf como el autor, les llevan a vivir una historia trágica en Marruecos. "No es casual que le guste el surf. Es libre por dentro, íntimamente", añadió Pinilla, "para volar por encima de las olas".

Uribe describe a Pinilla como "un tractor" para los escritores que participan en su taller por "su ilusión y su constancia". "No da lecciones. Es el taller de escritura de Ramiro Pinilla pero no ejerce de líder. Nunca lee obra suya y comenta la de los otros como uno más", explica. "Es el aglutinante". Ha sido, reconoce, su ejemplo como escritor, y también por su aventura editorial en Libro Pueblo y en la revista cultural Galea".

En la forma de escribir comparten "el gusto por la narración, por contar". A Pinilla le ha escuchado comparar la narración con "un cable de acero bien tenso" por el que el lector puede caminar sin caerse. "De Ramiro aprendí a ceñirme a la historia, a evitar cualquier cosa que distraiga, a ser capaz de renunciar a una frase brillante o a cortar un capítulo si te aleja de lo que quieres contar", reconoce Uribe.

En la presentación de la novela Pinilla también hablo de los primeros pasos de Uribe, cuando le recomendó que trasladara la fuerza expresiva del lenguaje a las ideas. El maestro cree que le hizo caso. "Se ha domesticado él mismo", dijo. Y destacó que en el camino pierde la historia. "Quiere contar y sabe contar, que no es lo mismo que decir".

Artículo firmado por Eva Larrauri.