'Sin interruptor de memoria'
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- Written by Luisa Etxenike
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Leí hace unos días la noticia de que unos científicos norteamericanos habían conseguido desarrollar e implantar en el cerebro de unas ratas de laboratorio un interruptor de encendido y apagado de la memoria. Uno de los investigadores explicaba el proceso con esta claridad: "Se enciende el interruptor y las ratas recuerdan. Se apaga y las ratas olvidan". En lo que estos científicos confían es que el dispositivo consiga "fortalecer los recuerdos que se generan internamente en el cerebro y mejorar la capacidad de la memoria", es decir, que sirva algún día para combatir enfermedades que como el alzhéimer van destruyendo la posibilidad de recordar. La noticia es, en ese sentido, mejor que buena. Pero, como sucede con muchos avances científicos, genera también una forma de inquietud o de vértigo al imaginar las posibilidades que se les abrirían por delante a quienes quisieran hacer un mal uso de ese mecanismo, utilizarlo no a favor, sino en contra de la memoria; no para encender, sino para apagar cerebros. En estos tiempos de capacidades científicas y técnicas descomunales, que este tipo de noticias produzcan siamesamente esperanza y vértigo parece inevitable y además imprescindible. Más que nunca el progreso científico necesita dotarse de un debate moral. O que en asuntos como el del interruptor de memoria, por ejemplo, la centralidad del proyecto puedan ocuparla las conexiones neuronales y las éticas, actuar en un protagonismo compartido.
Aplicada al cuerpo social y a la memoria histórica la imagen de un interruptor capaz de encender o apagar recuerdos adquiere una expresividad tan rotunda y escalofriante que merece tomarse como metáfora de lo que está en juego o de lo que las sociedades se juegan cuando les llega el momento -como afortunadamente parece que se está produciendo en Euskadi- de recordar, de convertir en memoria lo que, por fin, se ha quedado del otro lado de la línea del presente.
Parece claro que hay entre nosotros algunos partidarios de desarrollar un interruptor para la memoria de lo sucedido en más de tres décadas de terrorismo, y deseosos de activarlo, naturalmente, para que esos recuerdos se apaguen en el cerebro de la sociedad vasca. Creo que hay que oponerse a ello con firmeza. Que nuestro principal empeño como sociedad, nuestra primera responsabilidad ética debe ser evitar cualquier apagón de memoria. Los más de 800 asesinados por ETA, los miles de heridos físicos y morales merecen que los recuerdos sigan encendidos. Y la sociedad vasca merece ser reconocida y alentada en su capacidad de relatar fiel, sinceramente lo vivido y sentido y pensado todos estos años. Y los más jóvenes merecen que les enseñemos a saber y a defenderse, sabiendo, contra aquellos que pretendan meterles dentro de la cabeza un interruptor destinado a apagarles la lucidez, la empatía, la convicción de que la memoria es un derecho, esto es, un deber ciudadano irrenunciable.
Artículo aparecido en la edición vasca de El País.
Encuentro de escritores en Vitoria
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El pasado 23 de junio tuvo lugar en Vitoria un encuentro de escritores vascos con motivo de la asamblea de la AEE/EIE. En la fotografía: Angela Mallén, Kepa Murua, Alex Oviedo, Seve Calleja, Luisa Etxenike, Beatriz Celayam Elisa Rueda, José Ignacio Besga y Javier Maura. En la imagen faltó Javier Otaola.

'Radio París' (24 de junio)
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- Written by Francisco Javier Irazoki
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Me fatigan las personas de misa ideológica diaria, y no defiendo ninguna pureza en el uso de los idiomas. El problema surge cuando la inexactitud frecuente de las expresiones limita y a veces impide el entendimiento. Hace pocas semanas estuve en España y dediqué unas horas a ver los programas televisivos. Al cabo de tres días tuve la impresión de que los buenos modales y la corrección lingüística eran el camino más corto para ser un extravagante. Según deduje, la última moda consiste en exhibir ramplonería en las pasarelas de la fama. Por descontado que dejo al margen las minucias. Olvidemos la queja de los exquisitos al comprobar que el leísmo es un monarca absolutista contra el que lucha un pequeño grupo de escritores. En la mayoría de las emisiones escuché la expresión “a día de hoy”. Como un juguete musical desafinado que los hablantes se pasaban en los relevos. Tampoco faltaron abundantes dosis de “poner en valor” (mal copiado del francés “mettre en valeur”, que tarda tres vocablos en conseguir la eficacia de nuestro “resaltar”). A continuación, en los mítines electorales, caía la granizada de palabras prescindibles de los políticos que no distinguen entre el género gramatical y el sexo. Todo bien fundido en una salsa hecha con anacolutos y otros hierbajos que dificultan el diálogo claro. Empiezo a intuirlo: cualquier español que cuide su idioma y, por motivos favorables, viva en el extranjero terminará siendo un exiliado.
Artículo aparecido en El Cultural.
'Un robo de novela en Bilbao'
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Comentario aparecido en la edición vasca de El País y escrito por Eva Larrauri con motivo de la publicación de la nueva novela de Juan Infante, Quince millones.
"El abogado Juan Infante vuelve a mezclar las calles de Bilbao con el género negro en su cuarta novela, Quince millones (Hiria). Los personajes de los policías Puchades y Fabretti se ven otra vez implicados en la historia del atraco a un furgón del Banco de España. El escritor y periodista Álex Oviedo destacó ayer en la presentación que Infante ha construido su obra con las pautas del cine negro americano. En la fotografía, Infante posa rodeado de ejemplares de Quince millones."

Cuadernos Oxford (junio)
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- Written by Pedro Tellería
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A veces hay que dejar de leer y sentarse un rato a escuchar música. Olvidar el libro sobre el atril, el cuaderno sobre la mesa, y bajar las escaleras despacio. Avivar el fuego de la chimenea, mirar por la ventana y dejar que una voz nos envuelva. Esta temporada ando feliz escuchando Back to the 40's [escuchar en Spotify], el disco que Yoio Cuesta grabó hace casi dos años y que Errabal publicó hace unos meses. Son standars de los años cuarenta interpretados con gusto exquisito. Me gusta la voz rugosa y sensual de Yoio, la delicada batería de Dani García, la guitarra comedida de Dan Rochlis y las preciosos arreglos de cuerda, tan vintage, de Iván Valdés.
"Desde el primer momento quisimos recoger el espíritu de las antiguas grabaciones que habíamos escuchado como referencia y fuente de inspiración –algunos standards que había grabado la mítica Ella Fitzgerald durante la década de los cuarenta y que habían supuesto una gran influencia para Yoio–", escribe el productor y arreglista del trabajo, Iván Valdes.
Y lo han conseguido. Canta Yoio y le responde el fuego tostado de una chimenea imaginaria mientras detrás de la ventana corre la primavera por el jardín, entre los rosales, como una dama en la niebla. E imagino una película en blanco y negro, con Manhattan nevando y ropa de abrigo, y dos héroes románticos que viven o malviven en un ciudad que suspira cuando gime un viejo saxofón solitario.
Artículo aparecido en Espacio Luke.
