Entrevista a Mikel Alvira en Noticias de Navarra con motivo de la publicación de su última novela, Cuarenta días de mayo (Ttarttalo):

"Con '40 días de mayo' ha dejado de ser ese escritor "majo" para adentrarse en una novela dura, trepidante y con un final sorprendente; como debe ser. El pasado viernes realizó una firma de ejemplares en la librería Abarzuza y el sábado saboreó su libro en el Café Iruña.

¿Su nuevo libro está marcado con la impronta de la lucha entre el bien y el mal?

Sí, es una reflexión. Con el libro anterior, El silencio de las hayas, cuestionaba la frontera entre los Estados; y ahora pongo encima de la mesa esa frontera que separa el bien y el mal, lo conveniente de lo posible... Pero tampoco es un libro con moralina, ni un ensayo psicológico; en definitiva, es un libro de aventuras, en el que se cuenta una historia intensa con unos personajes que se debaten, eso sí, entre el bien y el mal. Pero creo que lo que marca el libro no es esta reflexión ni mi espíritu ensayístico; es una novela.

Lo que sí es evidente es que Mikel Alvira ha dado un giro importante entre "El silencio de las hayas" y "40 días de mayo", tanto estilística como temáticamente.

Sí, son tratamientos diferentes. En la anterior novela, la historia abarcaba 60 años a través de dos generaciones y media; y en ésta se desarrolla en 40 días con muchos menos personajes y contada en presente. Con lo cual, creo que estamos ante la que creo mi mejor novela, bueno, la mejor será la próxima (risas). Lo que sí creo es que se trata de una obra que va más directa al lector y, de hecho, una de las herramientas es el lenguaje directo.

 

Hablamos de una novela pero casi se podría decir que es una cuenta atrás, desde la primera hasta la última línea.

Sí, son los cuarenta días que faltan para que se lleve a cabo un atentado contra Franco. Esta situación creo que le da un aire muy trepidante, por eso digo que no es una reflexión sino una acción en la que los personajes se ven envueltos en una serie de historietas... Que parece mentira que en 40 días puedan pasar tantas cosas.

La novela destaca también por estar perfectamente documentada y contextualizada, ¿cómo ha sido ese trabajo de volver a la Pamplona de los años 50?

No creo que sea una novela histórica, aunque soy historiador y se me ve el plumero. Las referencias a la Pamplona de los años 50 se basan sobre todo en documentación bibliográfica y en la observación de nuestros mayores; yo siempre digo que somos porque otros han sido antes que nosotros. Simplemente escuchando a esa generación que nos precede, y que ha vivido esa Pamplona de los 50, nos podemos hacer una idea. En este sentido, la Pamplona de esos años da mucho juego, ya que estaba dividida entre lo conveniente y lo políticamente correcto, y lo que realmente se respiraba en el sustrato popular... Con un Arias Navarro que está como gobernador civil; un personaje que, como se dice, hace que la realidad supere la ficción.

Aunque no sea una reflexión, este libro plantea otra gran pregunta, ¿el fin justifica los medios?

Eso es lo que se preguntan mis personajes, tanto Serrano, el policía que tiene que intentar desarmar el complot; como los dos activistas, Manuel Videa y Margot, que en algún momento de la peripecia de estos 40 días se plantean, efectivamente, si el fin justifica los medios. Y ahí, el lector descubrirá si para cada personaje el fin lo justifica todo o no.

Y Mikel Alvira, ¿qué ha descubierto al escribir este libro en relación a estas dos reflexiones: la lucha entre el bien y el mal, y la pregunta sobre si el fin justifica los medios?

Lo primero, en cuanto a mí como creador, el absoluto convencimiento de que el lector es mayor edad, de que el lector es muy inteligente y de que el lector es el mejor crítico. Por lo tanto, no hay que darle al lector todo mascado, todo masticado; y por eso esta novela no tiene tanta descripción, tanto artificio y no es tan explícita. El lector será capaz de imaginar, concluir y sacar sus propias ideas. En cuanto al bien y el mal, pues un convencimiento, también, de que esa muga nos la tenemos que poner nosotros; y que pobre del que no se pregunte dónde está la muga porque al final es lo que nos marca todas las acciones cotidianas de nuestra vida.

Como historiador, ¿también ha surgido la premisa de que todo se repite, que lo que sucedía hace 60 años ahora sucede de la misma manera?

Efectivamente, y eso es así porque la muga entre el bien y el mal se tiene que ir construyendo día a día. No hay doctrinas universales que nos digan dónde está esa frontera; de hecho, ésta es una novela ambientada en los años 50 pero cuyos personajes y cuya acción están de plena actualidad. Es decir, hoy en día, los protagonistas podían ser dos terroristas etarras, dos activistas palestinos o un luchador contra cualquiera de los dictadores que, tristemente, todavía existen.

Como protagonista principal del "fenómeno Mikel Alvira", ¿cuáles han sido las claves para que sus últimas obras alcancen los miles de ejemplares vendidos?

Yo lo tengo muy claro, los lectores. Elkar, a la que pertenece Ttartalo, ha apostado por mí, pero somos muy conscientes de que es casi imposible litigar con los Seix Barral, Planetas o Follets. ¿Por qué 40 días de mayo ha sido un éxito en Durango? Por los lectores, que son inteligentes a la hora de discriminar, de decidir y cada vez van menos hacia los best seller o las modas.

¿Cuáles son sus próximos proyectos como escritor multidisciplinar?

Esta tarde (por ayer), estreno un documental del que he sido guionista, Basauri 500. Estoy trabajando en dos novelas, una de ellas ambientada en el día que murió Franco, y documentándome para una tercera, que se desarrollará en Baztán. Esto no significa que vaya a publicarlas, ya que no me preocupa el hecho de publicar sino el de crear. Y, por otra parte, están adaptando, para el guión de una tvmovie, La playa de las letras, el libro anterior a El silencio de las hayas. Pero no tengo una ruta marcada; mi ruta es seguir creando y reflexionando sobre lo que me rodea para ver a dónde llego.