La autora de 'El detective de sonidos' y 'El ángulo ciego' (Premio Euskadi 2009), considera un "privilegio" la educación plurilingüe que recibió en el Liceo Francés de Donostia y defiende la diversidad lingüística como "una invitación a ser de más de una manera". En Deia:

Preocupada por los recortes en la Cultura y en la Educación, Luisa Etxenike (Donostia, 1957) apela al talento de pertenecer a varias lenguas, a la vez que aboga por "hablar en un idioma común".

La conferencia que ofreció hace unos días en el Liceo Francés de Bilbao llevaba por título 'El talento de pertenecer'. ¿A qué se refiere?

Cuando te educas en más de una lengua tienes la idea de una pertenencia doble, o triple. Demasiadas veces apelamos al derecho a la identidad, pero también es importante referirnos al talento. El haberme educado en más de una lengua me ha llevado a una avidez comunicativa, a una curiosidad por lo que dicen los demás y un deseo de participar en conversaciones múltiples. Los debates, cuanto más corales, mejor. El idioma es la vía de acceso que permite conocer en profundidad a las personas y a las culturas.

Su charla se enmarca dentro de los actos conmemorativos del Día Europeo de las Lenguas. ¿Qué significa para usted esta efeméride?

Parece que la multiplicación de las lenguas es una maldición bíblica como la de Babel... Yo creo que Europa es una ambición que tiene que salir bien. Hablar muchas lenguas induce a pensar que deseamos entendernos en un idioma común, y eso para mí es fundamental.

¿Y qué puede aportarle al euskera?

Las lenguas son el vehículo de la diversidad europea. En el caso del euskera, conectarse a Europa le abre una autopista hacia un terreno de influencia mayor. A la inversa, beneficia el conocimiento que Europa posee del euskera y de nuestra realidad bilingüe. Porque más que una convivencia entre el euskera y el castellano, se trata de una identidad bilingüe. Cada uno puede vivirlo como quiera, pero creo que hay un sentir profundo de una identidad bilingüe.

Los idiomas tienden puentes...

Eso es, nunca los destruyen. En casa y en el colegio, me enseñaron a ver siempre riqueza y a no imaginar, ni un solo momento, que la lengua sirva como elemento de división. Es un instrumento de comunicación exigente, profunda, fértil.

¿Se piensa diferente en cada lengua?

En cuestión de concepto, no, pero sí en el detalle. Tendemos a pensar en los idiomas reparando sólo en la letra, pero una lengua también es música, alimenta y educa el oído. Por ejemplo, recuerdo una de las primeras palabras que aprendí en francés, buvard (secante). Me gustaba la imagen del francés, parecía que te bebieras la tinta; sin embargo, prefería el sonido de la palabra en castellano. A eso me refiero con el talento de pertenecer: a sentirse feliz en ese vaivén entre las lenguas.

Explíquese.

Las lenguas permiten consenso y a la vez muestran todas sus diferencias de matiz y toda la civilización que llevan detrás. Uno debe vivir las lenguas como una invitación gozosa a ser de más de una manera.

¿Qué recuerda de su etapa en el Liceo Francés de Donostia?

Soy consciente del privilegio de haber recibido una educación plurilingüe, algo que identifico con la idea de libertad por una razón muy obvia: me eduqué en un sistema educativo homologable al que se impartía en Francia, en pleno Franquismo.

¿Qué destacaría del sistema educativo francés?

Es una educación muy exigente, algo que valoro. Es inflexible en el respeto a la autoridad a la vez que alienta al alumno a responsabilizarse de su libertad, a desarrollar su propia singularidad, creativa e intelectual... (reflexiona). Contemplo con horror los recortes que se están realizando en Educación y en Cultura. Son de una temeridad máxima, ya que a corto y largo plazo constituyen un empobrecimiento social y personal considerable.

De otro lado, ¿cuál es su balance de los primeros años de la Asociación de Escritores de Euskadi de la que es presidenta?

Se ha doblado el número de asociados, hemos organizado muchas actividades... El balance es positivo, aunque soy consciente del peligro de quedarnos dormidos en los laureles... Nos esperan tiempos muy duros y considero vital que artistas y autores estemos unidos para reflexionar sobre el hecho creativo y abogar porque la cultura conserve un lugar importante en la sociedad.