Últimamente, Tana (mi amiga pija) está esquiva e independiente. Y me choca, porque lo suyo es que se me cuelgue a la chepa y no me la quite de encima ni con escoplo. Pero además, hace declaraciones crípticas, como ayer, que dijo desayunando: "Es que en fiestas de Bilbao pasan tantas cosas..." Pensé preguntarle qué cosas pasaban y dónde, porque la tía había desaparecido misteriosamente a medianoche y no volvió hasta las seis de la mañana, pero me contuve por discreción. Sin embargo, sé que me oculta algo. Por de pronto, ha reunido en casa un arsenal de artículos festivos impropios de una snob como ella: gorrito borsalino de lentejuelas rosas, gafas de sol con montura fosforito, bolso imitación Vuitton que de día no da el pego ni de broma, pero de noche tiene un pase, reloj de plástico reflectante... Todo muy popular y mantero, no sé si me explico. Y sólo he conseguido sonsacarle que se está aficionando a las txosnas. "¡Si las odiabas!", le he dicho. "Pues ya ves", ha respondido en plan interesante.

Vale, todos podemos cambiar de opinión. ¡Pero me revienta que hable de la Aste Nagusia como si la hubiera inventado ella y que encima, haga rankings de las txosnas! "El mejor espacio interior", dice con aplomo, "es el de SinKuartel, con su bonita fuente. Los mejores aseos, los de Pinpilinpauxa. La terraza con mejores vistas, la de Txomin Barullo. Las mejores barras de bailables: Pinpi y Mamiki..."

Me tiene tan mosca, que he pedido a un amigo txosnero que investigue el tema. Y su respuesta me ha dejado ojoplática: ¡Tana está loquita por un chico de SinKuartel y le somete a un acoso que ni Atracción fatal! "Tana, por Dios", le he dicho, "que esos son antimilitaristas y a ti te ponía Bush, reconócelo". Y ella, llorosa, ha admitido: "Sí, lo nuestro es imposible. Somos como Romeo y Julieta, ya lo cantaba Karina". "¿Y él qué dice de eso?", le he preguntado. "Que Karina se la sopla y que es más de Lady Gaga. O sea, pasa de mí a tope". Oye, me ha dado tanta pena, que me la he llevado a comer rabo y se ha zampado tres raciones. Y yo, al lado, solidaria, también me he puesto las botas. Si seguimos a este ritmo, acabaremos mugiendo.

Aparecido el 27 de agosto en la edición vasca de El País.