Prensa

En estos tiempos en los que parece que todo (información, opinión, ensayo y ficción) está, más o menos superficialmente en la red, hay que volver al papel puro y duro, periódicos y libros - en ediciones tan cuidadas como ésta de la que nos ocupamos- para encontrar reflexión más serena y profunda sobre el mundo en qué vivimos. Y por qué leer un libro en un buen sillón en una tarde gris nunca dejára de ser el mejor de los planes.

Es el caso de El detective de sonidos (Ed. Libros de Pizarra) la última novela de Luisa Etxenike (San Sebastián, 1957), escritora que tiene en su haber una larga lista de novelas (Querida Teresa, Los peces negros, Efectos secundarios) y relatos (La historia de amor de Margarita Maura).

Etxenike, que es columnista  habitual del El País (edición País Vasco), debe ser seguramente la única escritora vasca que ha recibido el Premio Euskadi (en 2009 por El ángulo ciego) y  la distinción por parte de la República Francesa de "caballero de la Orden de las Artes y las Letras", en 2007.

Novela negra blanca

Y es el caso porque en esta novela "negra blanca" reflexiona precisamente sobre la hipercomunicación de la que gozamos actualmente gracias a los servicios que nos prestan las nuevas tecnologías y el "aislamiento" que paralelamente sufren los seres humanos involucrados en esa "ilusión de comunicación", como la define Etxenique, en conversación con RTVE.es. La novela sorprenderá al menos por dos motivos que apunta su autora "la ironía, el humor que me cuestan" y " porque "es una novela contra los estereotipos asignados a las edades"

Y nos enfrenta -desde un personaje lo suficientemente raro como para intrigarnos- a tormentas que todos, más tarde o más temprano debemos encarar, como la enfermedad, la vejez y la muerte de un ser querido.

La escritora, acostumbrada a construir historias con personajes jóvenes, ha creado aquí su novela más "transgeneracional". Su protagonista (que no tiene nombre porque aún no ha conformado realmente su personalidad aunque le veremos madurar a ojos vista ) se mueve con absoluta soltura en la red, pero padece una absoluta desconexión con su propia historia familiar.

Comienza publicando un anuncio que dice "se hacen biografías sonoras", pensando en confeccionar playlists de canciones,  y termina comprando una plancha (pero no de vapor, sino eléctrica, de viaje), como las que durante años utilizó su padre para planchar las sábanas de cama de su madre, en cama por una larguísima y grave enfermedad.

El hecho de este inicio para el personaje en la novela responde como nos cuenta Etxenike a su afición por el "arte sonoro" -ella también ha grabado conversaciones con sus seres queridos- como a los detalles sonoros -tan difíciles de concretar en papel- que ella siempre echó de menos en los relatos.

Los clientes singulares

Entre el anuncio y la compra de la plancha, atenderá a dos clientes singulares. Una señora, la señora Urrutia, una anciana científica con especial sensibilidad sonora que le pide precisamente eso que él ofrece. Recuperar los sonidos fundamentales de su vida para comprender su vida y poder morir en paz. (Podéis escuchar una reflexión de la señora Urrutia -que explica muy bien este interes por lo sonoro-en el audio de Radio 5, a la izquierda)

El otro, reconduce el trabajo de nuestro protagonista y le convierte en escribano y editor de un blog en el que irá desvelando su pasado. Un blog sin posibilidad de comentarios en el que irá narrando -de entrada en entrada- asépticamente un negro y mercenario pasado en el que manipuló vidas y voluntades. Cada texto, cada entrada que el amanuense copia en el blog, interrumpe esta intrahistoria del cliente, en su mejor momento, jugando con el suspense.

Escribirá para uno y grabará expresamente sonidos para la otra (desde el sonido de un remo hasta el de una pareja haciendo el amor) e incluso para no perder nada grabará sus deliciosas conversaciones con la Sra. Urrutia. Y todas estas tareas, removerán todo el universo interior del detective, como también puede ocurrir con el lector.

Las orillas remotas

Como sabiamente explica la Sra. Urrutia, el hecho de escribir una palabra en un buscador, nos puede llevar hasta una orilla remota. Y esto ocurre en esta novela que refleja también, como explica su autora "el funcionamiento en red". Las historias a las que se enfrentan remueven el universo interior del "detective de sonidos", así como también del lector. A cada palabra, gesto o sonido provenientes de sus clientes, va superponiendo vivencias propias.

Todo ello le llevará a romper el bloqueo emocional que le impidió afrontar la enfermedad y presencia de su madre, a lo largo de una grave enfermedad. A comprender que vio de cerca el amor en la persona de su padre, desvivido por cuidar a su esposa. Y a montar en parelelo, su propio auto-psicoanálisis sonoro que le llevará a...

No digo más, porque ya he contado bastante. Para conocer el desenlace hay que leer  El detective de sonidos. Una novela joven, actual, diferente que uno puede leer sin descanso intrigado por los avatares de las distintas tramas entrelazadas o simplemente disfrutando de su lenguaje claro y sincero, plagado de mínimos y precisos detalles descriptivos (que despiertan insospechado reflejos emotivos en lector ) y que son, sin duda, lo más grande de esta novela.

Ver todo el artículo pinchando aquí.

 

El crítico Túa Blesa analiza "Retrato de un hilo" de Francisco Javier Irazoki en El Cultural (El Mundo) de esta semana:

 

¿Retrato de un hilo?, ¿de qué hilo? Como hace saber el poema del mismo título del libro, ese hilo es el río que fluye, es el Ganges, la corriente de la vida y el espectáculo de la muerte, la conciencia de lo pasajero de todas las cosas, de nosotros mismos y que la mención de la zumaya, al fin ave de paso, en el verso inicial ya lo anuncia, lo que da idea del cuidado con el que están escritos estos poemas de redacción, por otra parte, aparentemente sencilla, pero en el que los detalles, por llamar así a lo que la intuición poética dicta, importan y les dan el valor, la hondura que la lectura reconoce.

 

Este tema, la fugacidad, recorre el libro, pero también la otra cara, la vida, la vida real, el milagro de quienes cruzan su mirada durante una conferencia y en esa chispa reconstruyen el misterio que el sabio había descifrado, el personaje del mendigo -que introduce una nota de crítica al mundo actual- con su oración nocturna de “ironías y blasfemias” que perdura en la mañana, las mujeres amadas o deseadas, el deseo mismo, en cada suceso o entidad minúscula se encierra para la mirada del poeta que da alcance al acontecimiento del todo.

1.- Publicas nueva novela cuando aún tus lectores estamos digiriendo “Llegará la lluvia”: ¿Época prolífica, recompensa por tu laboriosidad o muchas historias acumuladas que quieren ser contadas ?

No me planteo rutas ni plazos, simplemente escribo. Ni siquiera publico todo lo que escribo. Creo que sacar una novela al año no responde a ningún plan, sino a la coincidencia de que así sea. Me considero bastante reflexivo y trabajador, así que este ritmo solo responde a la lógica de un esfuerzo. Con todo, no tengo ni idea de cuándo saldrá la próxima novela: igual dentro de un año, igual dentro de tres, igual en siete meses. Dejemos que las letras fluyan.

2.-¿Qué podemos encontrar en “El mar que te debía”?

Al Alvira más íntimo. Una historia con sabor a mar, con relaciones y emociones, pero también con intriga y tensión. Es una novela de la que estoy satisfecho porque creo que es bastante redonda, precisamente por su falta de estridencias.

Más información en El susurro del gato.

http://www.youtube.com/watch?v=8-_2R_hzzdA

La autora de 'El detective de sonidos' y 'El ángulo ciego' (Premio Euskadi 2009), considera un "privilegio" la educación plurilingüe que recibió en el Liceo Francés de Donostia y defiende la diversidad lingüística como "una invitación a ser de más de una manera". En Deia:

Preocupada por los recortes en la Cultura y en la Educación, Luisa Etxenike (Donostia, 1957) apela al talento de pertenecer a varias lenguas, a la vez que aboga por "hablar en un idioma común".

La conferencia que ofreció hace unos días en el Liceo Francés de Bilbao llevaba por título 'El talento de pertenecer'. ¿A qué se refiere?

Cuando te educas en más de una lengua tienes la idea de una pertenencia doble, o triple. Demasiadas veces apelamos al derecho a la identidad, pero también es importante referirnos al talento. El haberme educado en más de una lengua me ha llevado a una avidez comunicativa, a una curiosidad por lo que dicen los demás y un deseo de participar en conversaciones múltiples. Los debates, cuanto más corales, mejor. El idioma es la vía de acceso que permite conocer en profundidad a las personas y a las culturas.

Su charla se enmarca dentro de los actos conmemorativos del Día Europeo de las Lenguas. ¿Qué significa para usted esta efeméride?

Parece que la multiplicación de las lenguas es una maldición bíblica como la de Babel... Yo creo que Europa es una ambición que tiene que salir bien. Hablar muchas lenguas induce a pensar que deseamos entendernos en un idioma común, y eso para mí es fundamental.

¿Y qué puede aportarle al euskera?

Las lenguas son el vehículo de la diversidad europea. En el caso del euskera, conectarse a Europa le abre una autopista hacia un terreno de influencia mayor. A la inversa, beneficia el conocimiento que Europa posee del euskera y de nuestra realidad bilingüe. Porque más que una convivencia entre el euskera y el castellano, se trata de una identidad bilingüe. Cada uno puede vivirlo como quiera, pero creo que hay un sentir profundo de una identidad bilingüe.

Los idiomas tienden puentes...

Eso es, nunca los destruyen. En casa y en el colegio, me enseñaron a ver siempre riqueza y a no imaginar, ni un solo momento, que la lengua sirva como elemento de división. Es un instrumento de comunicación exigente, profunda, fértil.

¿Se piensa diferente en cada lengua?

En cuestión de concepto, no, pero sí en el detalle. Tendemos a pensar en los idiomas reparando sólo en la letra, pero una lengua también es música, alimenta y educa el oído. Por ejemplo, recuerdo una de las primeras palabras que aprendí en francés, buvard (secante). Me gustaba la imagen del francés, parecía que te bebieras la tinta; sin embargo, prefería el sonido de la palabra en castellano. A eso me refiero con el talento de pertenecer: a sentirse feliz en ese vaivén entre las lenguas.

Explíquese.

Las lenguas permiten consenso y a la vez muestran todas sus diferencias de matiz y toda la civilización que llevan detrás. Uno debe vivir las lenguas como una invitación gozosa a ser de más de una manera.

¿Qué recuerda de su etapa en el Liceo Francés de Donostia?

Soy consciente del privilegio de haber recibido una educación plurilingüe, algo que identifico con la idea de libertad por una razón muy obvia: me eduqué en un sistema educativo homologable al que se impartía en Francia, en pleno Franquismo.

¿Qué destacaría del sistema educativo francés?

Es una educación muy exigente, algo que valoro. Es inflexible en el respeto a la autoridad a la vez que alienta al alumno a responsabilizarse de su libertad, a desarrollar su propia singularidad, creativa e intelectual... (reflexiona). Contemplo con horror los recortes que se están realizando en Educación y en Cultura. Son de una temeridad máxima, ya que a corto y largo plazo constituyen un empobrecimiento social y personal considerable.

De otro lado, ¿cuál es su balance de los primeros años de la Asociación de Escritores de Euskadi de la que es presidenta?

Se ha doblado el número de asociados, hemos organizado muchas actividades... El balance es positivo, aunque soy consciente del peligro de quedarnos dormidos en los laureles... Nos esperan tiempos muy duros y considero vital que artistas y autores estemos unidos para reflexionar sobre el hecho creativo y abogar porque la cultura conserve un lugar importante en la sociedad.